Del Recetario de Doña Inés del alma mía...
Hoy que iniciamos nuestra aportación al Buen Comer, al Buen Beber, al Buen Vivir, abrimos el espacio que ocuparán las recetas de Doña Inés Renero Valverde, mi madre, quien fuera hija de Doña Carmen Valverde y Prieto y de Don José Renero y Grandison.
Desde aquellas callejuelas, calles y avenidas de la Ciudad de Orizaba, en el Estado de Veracruz, al oriente de nuestro país, llegaron a la Ciudad Capital de este México de nuestra vida, con su cargamento de esperanzas, ilusiones, deseos de progreso, inquietudes, y una enorme voluntad.
De ellas y de él iremos incorporando datos que tengan que ver con nuestro tema central: Saber Vivir.
Y saber vivir es saber comer, saber beber, saber amar, saber reir y, ¡claro!, saber llorar.
De todo ello iremos hablando, pero en esta sección, la del Recetario de Doña Inés del alma mía, aparecerán recetas, trucos, recomendaciones y costumbres coquinarias de mi madre y de mi abuela, deseando que signifiquen para mis pocos lectores, un espacio de entretenimiento, conocimiento y consulta.
Y no faltarán algunas anécdotas, reflexiones y comentarios que nos hagan más llevadera la lectura, la que no solo por las sabrosuras que recordemos y anotemos, sino por estas otras causas, deberá de llegar a convertirse en un deleite, al fin que de ellos hablaremos con la fuerza de la palabra escrita.
Desde aquellas callejuelas, calles y avenidas de la Ciudad de Orizaba, en el Estado de Veracruz, al oriente de nuestro país, llegaron a la Ciudad Capital de este México de nuestra vida, con su cargamento de esperanzas, ilusiones, deseos de progreso, inquietudes, y una enorme voluntad.
De ellas y de él iremos incorporando datos que tengan que ver con nuestro tema central: Saber Vivir.
Y saber vivir es saber comer, saber beber, saber amar, saber reir y, ¡claro!, saber llorar.
De todo ello iremos hablando, pero en esta sección, la del Recetario de Doña Inés del alma mía, aparecerán recetas, trucos, recomendaciones y costumbres coquinarias de mi madre y de mi abuela, deseando que signifiquen para mis pocos lectores, un espacio de entretenimiento, conocimiento y consulta.
Y no faltarán algunas anécdotas, reflexiones y comentarios que nos hagan más llevadera la lectura, la que no solo por las sabrosuras que recordemos y anotemos, sino por estas otras causas, deberá de llegar a convertirse en un deleite, al fin que de ellos hablaremos con la fuerza de la palabra escrita.
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